Si alguien tiene en mente las conexiones entre economía y política es José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España desde su nombramiento en septiembre de 2024. Antes de relevar en el cargo a Pablo Hernández de Cos en el banco central y supervisor del sistema bancario español, Escrivá fue ministro en dos carteras y presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef). En una conversación mantenida este martes con Miguel Jiménez, director adjunto de EL PAÍS, en el marco del foro World In Progress (WIP) Barcelona, organizado por PRISA, el grupo editor de este diario, Escrivá ha analizado de qué manera tan particular la economía y la política se relacionan en la actualidad, especialmente en la guerra comercial lanzada por Estados Unidos. Antes, sin embargo, ha valorado brevemente el resultado de la opa del BBVA sobre el Banco Sabadell, que se saldó en un sonoro fracaso para la entidad bilbaína. En opinión de Escrivá, la principal lección de todo ello es que el proceso “ha sido demasiado largo”. “Tenemos que pensar un poco todo el marco en el que nos desenvolvemos”.
La opa del BBVA al Banco Sabadell duró 17 meses, hasta que los accionistas dieron finalmente la estocada al proyecto con su voto mayoritariamente de rechazo a la operación. La resolución llegó el jueves pasado. “Como banco central español y como supervisor de la solvencia, nos pronunciamos muy al principio del proceso. Lo único que puedo decir es que ha sido un proceso demasiado largo. El marco que tenemos en España y en Europa puede generar periodos muy dilatados en los que las entidades están concentradas en cuestiones que van más allá de su actividad. Tenemos que repensar un poco todo el marco en el que nos desenvolvemos”, ha afirmado Escrivá en línea con la opinión de otros banqueros, como Gonzalo Gortázar, consejero delegado de Caixabank.
La presión mediática de la opa, con todo, no ha tenido un impacto en el sistema bancario. “España tiene un sistema bancario muy sólido, solvente y rentable. Está muy reconocido que su modelo de negocio es muy recurrente y estable: los bancos españoles pasan muy bien las pruebas de estrés”, ha dicho Escrivá. “En el Banco de España estamos tranquilos, y esto, con la historia que tenemos, es mucho decir”.
Episodios como el de la opa muestran las confluencias entre la economía y la política, que están más que nunca en el orden del día, razón por la cual surge el término geoeconomía”. En especial, cuando se piensa en el uso de las herramientas económicas con fines políticos por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Esta forma de tener relaciones bilaterales, mediante los instrumentos económicos como palancas de poder, era la forma en la que los países se relacionaban durante el siglo XIX. Luego vimos las ventajas de la cooperación, de la multilateralidad, y, probablemente, no hemos sido capaces, en los últimos 20 años, de percibir que estas ventajas iban generando costes de transición y fricciones en las sociedades desarrolladas. Esto ha dado lugar en el giro que vemos claramente en EE UU, pero que tiene un sustrato mayor”, ha relatado Escrivá.
El giro reciente tiene impacto sobre las instituciones que, como el Banco de España o el Banco Central Europeo (BCE, el guardián de la política monetaria de los países que tienen el euro como moneda), tienen que hacer previsiones y tomar decisiones de política económica: “Tenemos modelos que no interiorizan bien estas variables, y nos hacen utilizar crecientemente la palabra incertidumbre”, ha reconocido Escrivá.
Las repercusiones de esta incertidumbre se ven en los esfuerzos de la política monetaria para hacer frente a la inflación y en las dificultades para poder prever escenarios futuros. “Nos cuesta leer cosas y tenemos que ser ágiles para adaptarnos”, ha admitido Escrivá, que ha puesto el ejemplo de la guerra arancelaria como un episodio que puede generar a la vez efectos inflacionistas y deflacionistas. Con todo, Escrivá ha afirmado que el impacto por ahora de los aranceles “está siendo limitado”.
Donde sí ha tenido impacto es precisamente en Estados Unidos, una economía que en tiempos de incertidumbre suele salir reforzada por el papel de referencia del dólar. En esta ocasión, la reacción de la moneda estadounidense ha sido a la baja: se ha depreciado. Ante esto, ¿qué puede hacer Europa? “Europa tiene fortalezas que igual no son tan evidentes, pero que a medio plazo son potentes. Pero tenemos que hacer cosas para fortalecerlas”, ha dicho Escrivá.
El gobernador del Banco de España daba, a continuación, algunos ejemplos: el capital humano, más formado que en otras regiones del mundo, pero que tiene que irse fuera para ser reconocido; y la robustez de las instituciones y los marcos normativos, que, sin embargo, son poco ágiles. También el papel del BCE, que ya ha logrado su objetivo de bajar la inflación hasta el entorno del 2% pero que sigue trabajando en un mercado de capitales muy segmentado. “Cada una de estas palancas tiene retos, pero deberíamos pivotar sobre ellas”, ha zanjado Escrivá.