
Un día después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, regresara a Washington tras sellar una tregua comercial de un año con su homólogo chino, Xi Jinping, la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que reunió a ambos líderes en Corea del Sur, ha quedado parcialmente descafeinada. En ausencia del magnate estadounidense, el vacío ha sido ocupado por el mandatario chino. Y en la jornada inaugural de la cumbre, este viernes, Xi ha convertido su discurso de apertura en un alegato a favor del libre comercio. “Debemos […] esforzarnos por un desarrollo abierto en que todos compartamos oportunidades y salgamos ganadores”, ha dicho en la ciudad de Gyeongju, antigua capital medieval de Corea. ”Hemos de promover una globalización económica universalmente beneficiosa e inclusiva”.
Los líderes de las dos principales economías del mundo se vieron el jueves durante poco más de hora y media en el aeropuerto de la ciudad surcoreana de Busán: justo antes de que Trump dejara el país, e inmediatamente después de que Xi aterrizara para iniciar su viaje.
Un día después, el presidente chino ha pedido a las economías de Asia-Pacífico trabajar unidas para salvaguardar el sistema multilateral de comercio y proteger instituciones como la OMC. Y ha propuesto “una actualización de las reglas económicas y comerciales internacionales para reflejar los tiempos cambiantes”.
Su alocución contrasta con el tono duro y las palabras jactanciosas de Trump estos últimos días de gira asiática. Durante el periplo, el magnate ha firmado o esbozado acuerdos comerciales con Japón, Malasia, Camboya, Tailandia, Corea del Sur y Vietnam. “Literalmente, cientos de miles de millones, billones han entrado en nuestro país en los últimos cuatro días”, dijo durante el viaje, a bordo del Air Force One.
El miércoles, Trump logró cerrar un pacto comercial con Corea del Sur, por el cual este país se compromete a invertir hasta 350.000 millones de dólares en Estados Unidos a cambio de una reducción en los aranceles. Tokio, de forma similar a Seúl, se comprometió en verano a invertir 550.000 millones de dólares en Estados Unidos a cambio de que los aranceles se mantengan en un 15%, por debajo del 25% anunciado por Trump inicialmente. En su visita a Japón, esta semana, el republicano proclamó una “nueva era dorada” en la relación bilateral, y firmó un acuerdo de cooperación para apoyar el suministro de minerales críticos y tierras raras, con del fin de reducir la dependencia de China.
En otro giro de guion simbólico, Xi tiene previsto este viernes un encuentro bilateral en los márgenes de la cumbre con Mark Carney, el primer ministro de Canadá, país con el que las relaciones han estado marcadas por las tensiones y desconfianza mutua en los últimos años. Pero la actual pugna entre Ottawa y Washington, que rompieron la negociación comercial la semana pasada, deja margen para reiniciar los lazos con Pekín. El hecho de que el encuentro tenga lugar es un signo elocuente de lo que está logrando Trump con sus embates arancelarios globales.
Xi también tiene previsto un encuentro con la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, según ha anunciado el Gobierno nipón, de acuerdo con la agencia japonesa Kyodo.
Con la resaca de la entente en Busán, un día después del pacto alcanzado entre Estados Unidos y China, ha llegado el momento de los analistas. Más allá de los detalles técnicos —tregua en la práctica totalidad de los aranceles recíprocos y suspensión del mecanismo de exportación de tierras raras durante un año, entre otras cosas—, varios observadores leen el encuentro como un éxito parcial de China, que optó por combatir de tú a tú la batalla comercial lanzada por Trump.
“La reunión de Busán justificó la estrategia de China de tomar represalias proporcionales contra las provocaciones de Estados Unidos y el uso eficaz de las tierras raras como palanca”, comentan los analistas de Trivium China en un boletín publicado al calor de la tregua, en el que celebran la rebaja en las tensiones. Pero consideran que los problemas de fondo ente los colosos no han quedado resueltos: “A pesar de las palmadas en la espalda y los apretones de manos, la estrategia a largo plazo de China con respecto a Estados Unidos no ha cambiado ni un ápice”. Y auguran posibles tensiones cuando los equipos negociadores se pongan a detallar los acuerdos.
“Es una buena noticia que Pekín haya aceptado aplazar la aplicación de las drásticas restricciones a la exportación de tierras raras que había anunciado recientemente, pero debemos esperar que utilice esta amenaza como un martillo sobre la cabeza de Estados Unidos, lo que hará que las amenazas arancelarias estadounidenses sean menos creíbles y más costosas en el futuro”, interpreta también Wendy Cutler, del Asia Society Policy Institute’s Center for China Analysis, en una nota para suscriptores.
 
															 
								 
			 
                                 
                             
 
		 
		 
		 
		 
															