Una unidad militar rebelde de Madagascar, el Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (CAPSAT), ha anunciado este martes la supresión de la Constitución y la toma del poder en este país insular del sudeste de África. El movimiento llega después de que el presidente, Andry Rajoelina, que huyó del país el pasado domingo, disolviese el Parlamento horas antes, cuando los diputados reunían firmas para destituirle.
“Vamos a asumir nuestras responsabilidades, vamos a tomar el poder”, declaró a los medios de comunicación un oficial del CAPSAT en el Palacio Ambotsirohitra, la sede de la Presidencia en la capital, Antananarivo.
El presidente Rajoelina, que no ha querido revelar su paradero, fue trasladado hasta la isla francesa de Reunión a bordo de un avión militar francés después de que un sector del ejército se hiciera con el control de las fuerzas del orden y se uniera a los manifestantes tras tres semanas de protestas populares iniciadas por jóvenes de la generación Z. El lunes por la noche, el presidente se dirigió a los ciudadanos en un discurso, retransmitido a través de Facebook, en el que aseguró que salió del país porque temió por su vida, denunció un golpe de Estado y pidió “respeto a la Constitución”.
La situación es de enorme confusión y tensión en Madagascar. El presidente huido maniobra desde lejos y a la desesperada para aferrarse al poder y muchos de sus colaboradores más próximos están ausentes o han salido también del país. Mientras, una unidad de élite de las Fuerzas Armadas (Capsat) se ha hecho con el control del ejército y la Gendarmería, y miles de ciudadanos mantienen la presión en la calle para forzar la destitución de Rajoelina.
Desde Egipto, el presidente francés Emmanuel Macron ha pedido respeto al orden constitucional mientras la Unión Africana ha expresado su preocupación y ha pedido la búsqueda de una solución consensuada entre actores civiles y políticos dentro del marco legal, rechazando la toma del poder por los militares.
Tras confirmarse que Rajoelina había huido del país, un grupo de diputados inició una recogida de firmas para promover un proceso de impeachment o destitución del presidente motivado por el abandono de su puesto. Este martes, justo cuando los parlamentarios ya disponían de 110 apoyos para convocar una sesión extraordinaria, el perfil de Facebook de la Presidencia publicaba un decreto a nombre del propio Rajoelina, pero sin su firma, en el que disolvía el Parlamento, lo que parece bloquear, por ahora, dicho procedimiento.
Sin embargo, el vicepresidente del Parlamento y líder opositor, Siteny Randrianasoloniaiko, ha dudado de la validez jurídica de dicho decreto sin firma ni sello oficial y sin que el presidente del Parlamento haya sido consultado, ha manifestado a los medios.
En su discurso televisado del lunes, Rajoelina justificó su salida del país “por razones de seguridad”, aunque no confirmó si había viajado a bordo de un avión militar francés ni dio ninguna pista sobre su paradero. Según dijo, soldados de la Capsat intentaron llegar hasta el palacio presidencial el pasado viernes para asesinarle y hacerse con el poder. Asimismo, hizo un llamamiento al diálogo y expresó que “Madagascar no se puede permitir una nueva crisis política. Es fácil destruir, pero difícil reconstruir”, reflexionó. En este sentido, advirtió que 54 proyectos financiados por bancos internacionales están en peligro debido a la inestabilidad, así como una ayuda presupuestaria procedente del exterior de unos 86 millones de euros.
El presidente malgache se refirió también a la crisis energética que vive el país y que produce los frecuentes cortes de luz que están en el origen del malestar popular que condujo a las manifestaciones ciudadanas. Varios “países amigos”, aseguró, han enviado grupos electrógenos para paliar la situación, cuya puesta en funcionamiento está paralizada por la actual crisis política.
Para tratar de calmar a los manifestantes, Rajoelina anunció también el levantamiento del toque de queda que ha estado en vigor las últimas semanas y pidió a los ciudadanos responsabilidad colectiva. “El camino que escojamos determinará el futuro de nuestra nación”, concluyó.
Las protestas comenzaron en Madagascar el pasado 25 de septiembre impulsadas por jóvenes de la denominada Generación Z que reclamaban una solución ante los frecuentes cortes de agua y luz, sobre todo en la capital, Antananarivo. Primero estudiantes y luego sindicatos se unieron a las manifestaciones, que fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del orden, con el resultado de al menos 22 muertos y decenas de heridos. Para tratar de calmar a las multitudes, Rajoelina destituyó al todo el Gobierno, pero el nombramiento de un general como nuevo primer ministro para devolver la calma al país disgustó todavía más a los ciudadanos, que intensificaron sus protestas y comenzaron a exigir la destitución del presidente.
El sábado, la unidad militar de élite Capsat anunció que se negaba a seguir reprimiendo a los manifestantes y se unió a ellos, tomando el control de las fuerzas del orden, lo que precipitó la huida del país de Rajoelina.