
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha mostrado abierto a permitir que Hungría pueda continuar sus compras de gas y petróleo rusos, como desea el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. En una reunión entre ambos en la Casa Blanca celebrada este viernes, con la guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia como telón de fondo, Trump ha prometido estudiarlo. “Es muy difícil para él recibir gas y petróleo desde otras áreas, porque su país no tiene acceso al mar, ni puertos”, ha asegurado.
El republicano ha señalado que otros países en Europa que sí tienen acceso a alternativas también compran combustibles a Rusia. “Habría que preguntar mejor a esos numerosos países europeos que compran a Rusia”, ha declarado. Trump también ha elogiado la política húngara de intolerancia a la inmigración y ha recomendado al resto de países europeos “aprender de Viktor”. “Ha mantenido una postura muy firme, sobre todo en lo que respecta a la inmigración ilegal”.
Trump también ha abierto la puerta a retomar la reunión que había tenido prevista con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Budapest, y que canceló casi de inmediato tras anunciarla, frustrado por la falta de flexibilidad del ruso para sentarse a negociar sobre un alto el fuego y la paz en Ucrania. “Me gustaría mantener la reunión en Hungría, en Budapest. Acabé decidiendo que no quería celebrarla porque no me dio la impresión de que fuera a ocurrir nada importante en ella. Pero si la celebramos, me gustaría que fuera en Budapest”.
La cita ha reunido a dos admiradores mutuos, que comparten una visión similar del mundo y sobre estilos de gobierno. Trump, que ya había recibido a Orbán en la residencia presidencial en 2019, durante su primer mandato, ha elogiado al autoritario primer ministro como “una buena persona”. El húngaro escribió en la red social X antes de su llegada a Washington que esperaba “abrir con el presidente Trump un nuevo capítulo en las relaciones húngaro-estadounidenses” tras las puertas cerradas que encontró durante la era del demócrata Joe Biden. El Gobierno republicano ha levantado algunas de las sanciones que le impuso su predecesor como castigo a los retrocesos democráticos en Hungría.
Buena parte de la reunión debía dedicarse a las nuevas sanciones que Estados Unidos impuso a dos de las principales empresas petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, y sus subsidiarias. Esas medidas punitivas entrarán en vigor el próximo 21 de noviembre. Hungría es una ávida consumidora de energía rusa: importa el 86% de su petróleo del país agresor en la guerra en Ucrania, según un análisis del think tank Atlantic Council. De no recibir una exención, puede verse sujeta a sanciones secundarias por esas compras, lo que supondría un duro golpe para una economía ya debilitada cuando Orbán encara unas elecciones en abril que se perfilan como las más complicadas de su mandato.
“[Orbán] ha pedido una exención. No se la hemos concedido, pero la ha pedido. Es amigo mío. Ha pedido una excepción”, declaró Trump la semana pasada a la prensa que le acompañaba a bordo del avión presidencial Air Force One.
Cercanía con Moscú
El húngaro habría sido el anfitrión de la cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, Vladímir Putin, que debía haberse celebrado en Budapest para tratar sobre un alto el fuego en Ucrania. Pero Trump canceló la reunión en octubre pasado, apenas días después de anunciarla, frustrado por la inflexibilidad del ruso para sentarse a negociar con Kiev.
“La disputa fundamental es que ellos simplemente no quieren acabar todavía (los combates). Yo creo que lo acabarán haciendo”, explicó el estadounidense sobre las razones por las que se suspendió el encuentro. “Creo que esto ha tenido un gran impacto en Rusia”, ha agregado.
En su momento, al anunciar el proyecto de cumbre, Trump declaró que se optó por Budapest porque tanto él como Putin mantienen una excelente relación con Orbán. El húngaro —como el estadounidense hasta que su frustración con Putin le llevó a cambiar de opinión— mantiene posiciones cercanas a Moscú sobre la guerra y apunta que apoyar a Kiev equivale a “apoyar la guerra”. Orbán es partidario de que Ucrania ceda territorio a Rusia para conseguir un alto el fuego, sostiene que Hungría no debe hacer nada por Ucrania y ha obstaculizado o bloqueado medidas en favor de Kiev en el seno de la Unión Europea, donde forzó el retraso de un acuerdo de 50.000 millones en ayuda para Ucrania.
En su reunión con Trump, el húngaro ha asegurado que su Gobierno y el estadounidense son “los únicos en favor de la paz”. “Todos los demás prefieren seguir con la guerra, porque muchos de ellos creen que Ucrania puede ganar en el frente, que es una manera de malinterpretar cómo están las cosas”, apuntaba. “¿No cree que Ucrania pueda ganar la guerra, entonces?“, le preguntó el presidente estadounidense. ”Pueden ocurrir milagros”, se burló el primer ministro.
Para Orbán, la visita a la Casa Blanca representaba una oportunidad para presentar ante sus ciudadanos una imagen de líder mundial respetado y de un hombre de paz que defiende los intereses de su país. Su viaje a Washington llega cinco meses antes de las elecciones parlamentarias en su país, en las que, por primera vez desde su llegada al poder, el partido del dirigente autoritario, Fidesz, se ve en apuros. Los sondeos apuntan a una ventaja del principal partido de la oposición, Tisza, encabezado por Peter Magyar.
