El presidente ruso, Vladímir Putin, ha pedido disculpas por primera vez en público por el derribo del vuelo Azal 8243 de Azerbaijan Airlines en el que perdieron la vida 38 personas el 25 de diciembre de 2024. El dirigente lo ha hecho a su manera: ha culpado del desastre a Ucrania, a “fallos técnicos” de los sistemas antiaéreos rusos y a los pilotos del propio avión por no aterrizar en un aeropuerto ruso tras ser alcanzados. Putin ha hecho esta concesión en su primer encuentro cara a cara con el líder azerí, Ilham Alíyev, en un año. En ese mismo tiempo, el líder estadounidense, Donald Trump, ha ganado ventaja a Moscú en el Cáucaso al apadrinar la paz entre Armenia y Azerbaiyán.
Putin no había pedido perdón hasta ahora en público. A finales del 2024, días después de la tragedia, el Kremlin publicó un comunicado en el que decía que el mandatario se había disculpado “por el trágico incidente”, aunque eludía cualquier responsabilidad.
“Bakú se mantiene firme y exige al Kremlin tres condiciones: una disculpa oficial por el avión derribado, una indemnización por los daños sufridos y un castigo para los responsables”, exigió entonces Alíyev a Putin. Casi un año después, y con unas relaciones cada vez más deterioradas con Bakú, el mandatario ruso ha acabado por prometer que intentará contentar las reclamaciones de Azerbaiyán.
“Rusia hará todo lo necesario en cuanto a las indemnizaciones y se realizará un análisis legal de las acciones de todos los empleados [vinculados con el incidente]”, ha prometido el líder ruso entre dientes. Putin se juega, por un lado, su influencia en el Cáucaso sur, y por otro corre el riesgo de provocar tensiones con su conflictiva república de Chechenia, cuyas fuerzas, que operan con cierta independencia del ejército ruso, dispararon por error contra el avión de Azal.
Putin ha asegurado que fue informado de las causas del derribo hace apenas dos días. Según el dirigente ruso, Kiev sería culpable de la tragedia por haber lanzado varios drones sobre su espacio aéreo. Durante sus explicaciones, Putin ha obviado mencionar que Ucrania se defiende de la invasión rusa y que en aquellos días Kiev había bombardeado unas instalaciones militares del ejército ocupante.
El mandatario ruso también ha eludido reconocer que sus fuerzas atacaron directamente al avión. Según Putin, sus baterías dispararon contra drones ucranios, pero se produjeron “fallos técnicos en el propio sistema de defensa aérea ruso”. “Los dos misiles disparados no impactaron directamente contra el avión, de haberlo hecho, se habría estrellado en el acto. En cambio, explotaron, posiblemente autodestruyéndose, a unos pocos metros de distancia, a unos diez metros”, ha asegurado Putin.
“Se produjo un daño, pero no directamente por las ojivas, sino probablemente por los restos de los propios misiles”, ha añadido el dirigente ruso.
Chechenia, a diferencia de las regiones rusas que lindan con la frontera ucrania, no cerró indefinidamente su espacio aéreo tras comenzar la invasión rusa en 2022. De hecho, por este territorio pasan algunas rutas que unen el interior de Rusia con la ciudad balneario de Sochi y con Turquía, el principal hub para los pasajeros rusos con que viajan a Europa a raíz de las sanciones.
El aparato, un Embraer 190, cubría la ruta de la capital azerí, Bakú, a la ciudad chechena de Grozni con cinco tripulantes y 62 pasajeros a bordo. Tras ser alcanzado al aproximarse a su destino, sus pilotos trataron desviarse a otro lugar. Finalmente, el avión se estrelló en Kazajistán, cerca de la ciudad de Aktau, tras recorrer algo menos de 500 kilómetros y cruzar el Mar Caspio.
Según la versión azerí, la tripulación solicitó un aterrizaje de emergencia en otros aeropuertos rusos vecinos a Grozni, pero ninguno le concedió el permiso. Según Putin, los pilotos tuvieron permiso para intentar aterrizar en la región rusa de Daguestán.
“Se les aconsejó, y esto está claramente registrado en las cajas negras, que aterrizaran en Majachkalá, pero optaron por regresar a su aeropuerto de origen y luego a Kazajistán”, ha manifestado el mandatario ruso.
El derribo del avión de Azal ha sido seguido por un empeoramiento en las relaciones entre ambos países y la pérdida de influencia rusa en la zona. Azerbaiyán, apoyada por Turquía, arrebató Nagorno-Karabaj a Armenia, aliada de Moscú en el 2023, y su conflicto fronterizo seguía vivo. Este año, Donald Trump ejerció de mediador y Estados Unidos se adjudicó el derecho económico sobre un corredor que conectará Bakú y su enclave de Najicheván.
En paralelo, y mientras Bakú exigía responsabilidades a Moscú por el derribo de su avión, al menos dos ciudadanos de la diáspora azerí en Rusia fueron asesinados y decenas más detenidos y torturados por la policía durante una supuesta investigación de un crimen cometido en 2001. Bakú, por su parte, respondió con varios arrestos de ciudadanos rusos que presuntamente incumplieron las leyes de migración.
“Las autoridades tanto de Rusia como de Azerbaiyán han mostrado un total desprecio por la dignidad humana y una abierta indiferencia por sus obligaciones de derechos humanos”, denunció entonces Marie Struthers, directora de Amnistía Internacional para Europa Oriental. “Simplemente, son operaciones policiales de ‘ojo por ojo, diente por diente’ dirigidas contra estas personas por su etnia o su nacionalidad”.