El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, ha visitado esta mañana una comisaría de policía en la región parisina, donde ha charlado con los agentes y ha dado un discurso sobre seguridad. Como si fuera una visita normal dentro de la agenda cotidiana de un primer ministro. Pero nada es normal en esta crisis política inédita en Francia. Lo revela la propia actitud derrotista de Lecornu, renombrado primer ministro en la noche del viernes por el presidente, Emmanuel Macron, tras haber dimitido el pasado lunes, y que ha advertido hoy que “no había muchos candidatos” para el puesto ante las amenazas de veto de varios partidos. Además, ha admitido que no tiene agenda.
“Es ridículo el espectáculo que está dando la clase política desde hace varios días”, ha dicho Lecornu. “No tengo agenda (…), y no tengo otra ambición que la de salir de esta situación que es difícil para todos”, ha admitido. “Cuando dimití el lunes dije que las condiciones para que yo sea primer ministro no se dan y esto no ha cambiado”.
La clase política sigue estupefacta después de que Macron decidiera, en la noche del viernes, nombrarle de nuevo. Habían pasado solo cinco días de su dimisión. El primer Lecornu estuvo 27 días en el cargo y su Gobierno, nombrado el día antes de su renuncia, 836 minutos, mientras la oposición amenazaba con hacerlo caer ya antes de empezar. Un récord en la V República. Después recibió el encargo de sondear de nuevo a los partidos para dar salida a la crisis y evitar unas elecciones legislativas anticipadas ―las últimas se celebraron en julio del año pasado―, pero las expectativas de que Macron finalmente nombrara otro primer ministro no se cumplieron. Se queda el que ya estaba.
La duda en medio del caos político reinante es cuánto durará el segundo Lecornu. Podría no pasar del jueves, si los partidos presentan una moción de censura el martes, que se votaría dos días después. Han avanzado su intención de hacerlo La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon y Reagrupamiento Nacional, el partido de Marine Le Pen. La oposición de izquierdas —que ganó, coaligada, las elecciones legislativas de julio del año pasado— reclama para su campo el puesto de jefe del Ejecutivo. Y la ultraderecha, que crece en los sondeos, quiere ir directamente a las urnas.
Lecornu debe nombrar rápidamente un Gobierno que cumpla los plazos constitucionales para aprobar los Presupuestos del año que viene. La ley debe presentarse este lunes en el Consejo de Ministros y dos días después en la Asamblea. Ha de ser aprobada antes de que termine el año. Si no se consigue, al caos político se añadiría el bloqueo económico, pues habría que aprobar una ley especial que deja poco margen de maniobra.
“Hay que formar un Gobierno que corresponda a la realidad parlamentaria”, que “sea libre y no sea preso de los intereses partidistas”, ha dicho este sábado el primer ministro. Macron no ha querido tirar la toalla aún y disolver la Asamblea Nacional.
El problema es que cada vez son menos los que quieren formar parte de un Ejecutivo que prácticamente nace muerto, pues podría ser censurado rápidamente. Partidos que hasta ahora lo integraban, como Los Republicanos y Horizons (derecha y centroderecha, respectivamente), se han reunido en la mañana de este sábado para decidir si participan o no en este intento de formar Gobierno. Los Republicanos creen que “las condiciones no se dan”, pero no harán caer a Lecornu para que se pueda aprobar un Presupuesto. Le brindarán, dicen, un “apoyo exigente”, propuesta a propuesta.
La clave está en las pensiones
En el corazón de las discusiones está la ley de las pensiones, aprobada en la primavera de 2023 tras meses de manifestaciones en la calle y que retrasó la edad de jubilación a los 64 años. Era una de las reformas clave de este segundo mandato de Macron. El viernes, en su reunión con los partidos de la oposición, este cedió en parte y se abrió a retrasar su aplicación un año, hasta 2028. Lecornu ha dicho este sábado que “todos los debates son posibles”.
El Partido Socialista pide, por su parte, la derogación de la ley y condiciona a ello desistir de una moción de censura. “Censuraremos inmediatamente al Gobierno de Lecornu si no cambia de política de manera clara, con la suspensión inmediata de la reforma de las pensiones”, ha avisado el portavoz de la formación, Pierre Jouvet. Por el contrario, partidos como Horizons y Los Republicanos han advertido que no formarán parte de un segundo Gobierno de Lecornu si se toca el corazón de la ley.
Macron está cada vez más solo y ha perdido el apoyo de los partidos que hasta ahora le han respaldado y que, con vistas a las elecciones presidenciales de 2027, buscan que el caos actual les salpique lo menos posible. Es el caso del partido conservador de Los Republicanos, donde hay cierta división. El ministro del Interior dimisionario, Bruno Retailleau, ya ha dicho que no seguirá.
El presidente achaca la crisis actual a la fragmentación de la Asamblea Nacional. Según el entorno de Macron, fue la caída de François Bayrou hace poco más de un mes la que desencadenó el caos. Desde que Macron decidió disolver la Asamblea, en junio de 2024, el país ha tenido cuatro primeros ministros en poco más de un año.
Las elecciones legislativas anticipadas siguen en el horizonte, pero antes debe aprobarse un Presupuesto. La presidenta de la Asamblea, Yaël Braun-Pivet, ha pedido este sábado que se reanuden los trabajos parlamentarios en ese sentido lo antes posible. Lecornu “es la elección del presidente (…). La Asamblea Nacional está preparada y espero que el Gobierno sea nombrado rápidamente para abordar el tema presupuestario”.