Byron, la tormenta que ya había causado heridos, daños e inundaciones a su paso por Grecia y Chipre, está dejando este jueves imágenes desoladoras allí donde casi nadie tiene refugio: Gaza. Las fuertes lluvias han inundado miles de las precarias tiendas de campaña en las que malvive una multitud de gazatíes después de que más de dos años de invasión israelí destruyesen o dañasen el 92% de los edificios, según datos de la ONU. En realidad, algunas tiendas son más bien una suma de plásticos reforzados con acero extraído de los escombros y levantados, en ocasiones, sobre la costa. Apenas han podido dar abrigo frente al embate de una tormenta que alcanza en estas horas su cenit. Una bebé de ocho meses ha muerto de hipotermia en Jan Yunis tras inundarse su tienda mientras dormía, según las autoridades sanitarias.
El servicio de emergencias de la Defensa Civil ha anunciado este jueves en un comunicado haber recibido más de 2.500 llamadas de auxilio en 24 horas por el viento y las inundaciones. Su portavoz, Mahmud Basal, ha alertado en un vídeo del “claro desplome” y la “destrucción completa” de centros de refugio. “Las condiciones son muy difíciles, muy duras”, ha advertido. Israel ha destruido, con bombardeos y explosiones controladas, cientos de vehículos de rescate (entre ellos excavadoras y aquellos que permitían bombear agua) así que los servicios de auxilio afrontan la tormenta sin apenas medios ni suficiente combustible para los desplazamientos.
Algunas tiendas de campaña han salido volando por los aires, así que las familias colocan sacos de arena para impedirlo. Otras tratan de vaciarlas de lodo o agua, o sacan las esterillas y colchonetas, con la vana esperanza de que se sequen algo antes de que llegue la noche. Hay, sobre todo, mucho barro, ya formado desde la víspera y que se afanan por limpiar aprovechando la luz solar, aún bajo la lluvia.
“No hay nada que podamos hacer. Las mantas se empapan y necesitamos dos o tres días para secarlas antes de poder volver a dormir en ellas. Estas tiendas no nos protegen nada de la lluvia ni del mal tiempo”, aseguraba a la agencia Reuters uno de los afectados, Ahmed Salem, en Jan Yunis, en el sur del territorio.
En las imágenes, pueden verse calles completamente inundadas con gente moviéndose en burro, o caminando con el agua incluso hasta las rodillas. Cinco de los pocos edificios en pie se han venido abajo por la potencia de Byron. El servicio meteorológico de Israel sitúa su pico de intensidad en Gaza entre este jueves y la madrugada de este viernes, con hasta 150 milímetros de lluvia (el equivalente a mes y medio) y vientos de 90 kilómetros por hora.
La bebé fallecida se llamaba Rahaf Abu Jazar. Su madre, Hejar Abu Jazar, ha contado a los medios con presencia en Gaza (Israel impide desde hace más de dos años la entrada libre de periodistas) que la había alimentado antes de ponerla a dormir. “Cuando nos despertamos, encontramos la lluvia y el viento sobre ella. Y murió de frío repentinamente. No le pasaba nada”, declaró mientras lloraba y mecía el cadáver de su hija.
“Otra capa de miseria”
Es “otra capa de miseria” que afrontan quienes “ya habían perdido todo y necesitaban de todo”, como ha lamentado el máximo responsable de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), Philippe Lazzarini. De los más de dos millones de gazatíes, casi todos han resultado desplazados, por lo general en varias ocasiones, durante la invasión y aguardan ahora la reconstrucción para rehacer sus vidas.
La desgracia en Gaza ha alegrado al meteorólogo israelí Tzaji Peleg, que explicaba en el canal 14 de la televisión nacional (favorable a Netanyahu) que “no quedará [en Gaza] ninguna tienda de campaña en su sitio”. El presentador respondió: “¡Oh, nos das una alegría”” y el meteorólogo prosiguió: “Y no tengo problema con que no queden allí tampoco personas”. “Claro”, reaccionó el presentador.
La lluvia y el frío son las últimas tragedias naturales que agudizan una que no lo es: la falta de abrigo (con una devastación sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial) y el uso del hambre por parte de Israel. Solo en octubre, más de 9.000 niños de Gaza tuvieron que ser hospitalizados por desnutrición infantil aguda, según datos difundidos este miércoles por el organismo de Naciones Unidas dedicado a la infancia. Entre julio y septiembre, con Israel reforzando su cerco alimentario y preparando la invasión de la capital, el número de bebés que murieron el mismo día que nacieron creció un 75%. El aumento se debe, previsiblemente, a la malnutrición de las madres.
Agencias de la ONU y ONG internacionales sobre el terreno denuncian que el Gobierno de Netanyahu sigue impidiendo que entre el número de camiones con ayuda humanitaria que pactó en el alto el fuego de octubre: al menos 600 diarios. El Gobierno de Hamás cifra este jueves el dato en 234. La ONU, en 113, pero solo a través de su mecanismo, que no abarca todos los camiones, de los que miles esperan en Egipto. Las autoridades de Israel lo niegan.
