Una nueva Flotilla de la Libertad que se dirigía con ayuda humanitaria a Gaza ha sido interceptada en la madrugada de este miércoles por la Marina israelí, que ha asaltado las nueve embarcaciones que la integraban y detenido a unas 150 personas de 30 países, entre ellas a ocho españoles. Como sucedió hace justo una semana, cuando Israel cerró el paso a la anterior flotilla, la Global Sumud, el abordaje de los barcos se ha producido en aguas internacionales, en este caso a 120 millas náuticas —unos 220 kilómetros— del territorio palestino invadido. En esas aguas rige el derecho a la libre navegación, según la legislación internacional. La flotilla emprendió su travesía hace casi dos semanas desde los puertos Otranto y Catania, en Italia.
Poco después de que los barcos fueran abordados, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel ha confirmado el asalto. En un mensaje difundido en sus redes sociales, afirma que sus pasajeros están “a salvo” y que serán deportados “de inmediato”. Ello indica que Israel podría, en este caso, acelerar el proceso de deportación para tratar de cerrar un asunto que está deteriorando aún más su ya muy maltrecha imagen internacional.
“Otro intento inútil de romper el bloqueo naval legal [de Gaza] y entrar en una zona de combate terminó en nada. Las embarcaciones y los pasajeros fueron trasladados a un puerto israelí. Todos los pasajeros están a salvo y en buen estado de salud. Se espera que los pasajeros sean deportados de inmediato”, asegura el mensaje.
Another futile attempt to breach the legal naval blockade and enter a combat zone ended in nothing. The vessels and the passengers are transferred to an Israeli port. All the passengers are safe and in good health. The passengers are expected to be deported promptly.
— Israel Foreign Ministry (@IsraelMFA) October 8, 2025
La organización de esta nueva flotilla —su nombre es Mil Madleens— había denunciado poco antes que tres de sus barcos, el Gaza Sunbirds, el Alaa al Najajr y el Anas al Sharif (el nombre de un periodista gazatí asesinado por Israel en agosto), habían sido atacados e interceptados “ilegalmente” a las 4.34 (las 3.34 en la España peninsular). La flotilla describe el arresto de sus pasajeros y tripulantes “desarmados” como un “secuestro”.
La cuenta de Telegram de la organización ha añadido poco después que el Conscience, el buque insignia de la expedición con 92 personas a bordo, estaba siendo “atacado por un helicóptero militar israelí”. Casi simultáneamente, militares israelíes abordaron los otro barcos (veleros).
Las nueve embarcaciones transportaban en total a unas 150 personas, entre ellas ocho españoles. Siete en el Conscience, y una octava persona de nacionalidad española en uno de los barcos de vela. Se trata de Jimena González, diputada de Más Madrid en la Asamblea madrileña.
“Israel no tiene autoridad legal para detener a los voluntarios internacionales a bordo de estos barcos”, ha declarado David Heap, uno de los miembros del comité directivo de la flotilla, citado en un comunicado de la organización.
Este arresto “viola flagrantemente el derecho internacional y desafía las órdenes vinculantes del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) que exigen el libre acceso humanitario a Gaza”, continúa Heap. Luego destaca que los voluntarios que viajaban en esos barcos “no están sujetos a la jurisdicción israelí y no pueden ser criminalizados por entregar ayuda o desafiar un bloqueo ilegal”. Su detención “es arbitraria, ilegal y debe cesar de inmediato”, subraya la nota.
El portavoz de la delegación italiana de esta nueva flotilla, compuesta por unas 10 personas, Michele Borgia, ha relatado el ataque al Conscience en declaraciones a la agencia Adnkronos. Los soldados “llegaron de noche, con las luces apagadas” para abordarlos, “se acercaron muy rápido e incluso piratearon uno de los circuitos”, ha explicado. Los pasajeros de esa embarcación “solo se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo cuando llegaron los helicópteros, porque, al ser un barco [en vez de un velero como el resto], los militares también descendieron desde arriba con cables”.
Tras definir el abordaje como un “nuevo ataque pirata”, este portavoz ha asegurado que la flotilla esperaba “más comprensión hacia el buque Conscience”, dado que a bordo navegaban “profesionales médicos y 18 toneladas de suministros médicos”. Sin embargo, “no la hubo”, ha declarado Borgia. Además de médicos, en la flotilla Mil Madleens viajaban periodistas y representantes políticos como la diputada de Más Madrid.
El portavoz italiano ha destacado que las embarcaciones no se habían acercado a la zona de exclusión de Israel —150 millas (92 kilómetros) frente a Gaza, que Israel se ha arrogado unilateralmente— hasta este miércoles, 8 de octubre. La razón que evoca es que “no se consideró oportuno hacerlo el día 7 para evitar que fuera tomado como una provocación”. Este martes se cumplieron dos años de los ataques de Hamás en territorio israelí, a los que Israel respondió atacando la Franja.
Adalah, la ONG que asumió la semana pasada la defensa de los más de 460 detenidos en la anterior flotilla, ha divulgado un comunicado este miércoles en el que define el “ataque de Israel contra civiles desarmados en el mar y la incautación de buques humanitarios” como “una grave violación del derecho internacional”. Su actuación, denuncia Adalah, “pone de relieve la impunidad con la que Israel sigue actuando”.
La ONG ya ha escrito a las autoridades israelíes para informarles de que “representará a todos los participantes de la flotilla y ha exigido acceso inmediato a ellos a su llegada a Israel”, remarca el comunicado.
“Adalah condena el ataque y la interceptación ilegal por parte de Israel del buque insignia de la Coalición de la Flotilla de la Libertad, el Conscience, y de ocho veleros de los Mil Madleens” denuncia esta organización, que describe la flotilla como “una iniciativa humanitaria coordinada que navegaba conjuntamente para hacer frente al bloqueo ilegal de Gaza por parte de Israel en medio del genocidio en curso contra los palestinos”.
Un quebradero de cabeza
Si se siguen los pasos que Israel dio la pasada semana con la expedición Global Sumud, los alrededor de 140 detenidos en esta nueva flotilla serán conducidos al puerto israelí de Ashdod, el más cercano a Gaza, a unos 50 kilómetros al sur de Tel Aviv. Allí serán identificados antes de que se inicie el proceso para su expulsión del país.
El procedimiento habitual es que se ofrezca a los activistas firmar una orden de deportación. Ese documento les permite eludir el juicio, pero conlleva reconocer algo que no es cierto: que han intentado entrar ilegalmente en territorio israelí (los activistas se dirigían a aguas de Gaza, no israelíes) y aceptar una prohibición de entrada en Israel durante 10 años.
En las anteriores flotillas —la Global Sumud y la del barco Madleen, interceptado en junio— quienes firmaron esa orden fueron expulsados a los pocos días, mientras que la reclusión de quienes se negaron se prolongó algo más. A principios de esta semana, el grueso de los más de 460 arrestados en la anterior flotilla, denunciaron al regresar a sus países haber sufrido golpes, humillaciones, insultos, e incluso haber sido apuntados con armas de fuego, por fuerzas de seguridad y funcionarios de prisiones en Israel. También se les privó de agua, alimentos y medicinas, según numerosos testimonios, en el puerto de Ashdod y en la cárcel de máxima seguridad de Ketziot, en el desierto del Neguev.
Solo seis integrantes de la flotilla Global Sumud, interceptada hace justo una semana, siguen encarcelados en Israel. Uno de ellos es la activista mallorquina Reyes Rigo, a quien se acusa de haber mordido a una funcionaria de prisiones. El resto son ciudadanos marroquíes y noruegos.
La semana pasada, tras la interceptación de la Global Sumud, cientos de miles de personas salieron a las calles de diferentes países para protestar por la detención de sus activistas. A pesar de su intento de ridiculizar y desprestigiar estas expediciones, vinculándolas con Hamás —o desmintiendo sin pruebas que transportaran ayuda humanitaria— las flotillas se han convertido en un quebradero de cabeza para Israel.