Ha sido casi inmediato. Miles de gazatíes (las fotografías aéreas muestran una masa en Rashid, la carretera de la costa) desplazados una y otra vez en dos años de invasión israelí han comenzado a regresar este viernes a sus hogares, tras entrar en vigor el alto el fuego. El ejército lo ha anunciado a las 12.00 hora local (11.00 en la España peninsular), aunque según el texto del acuerdo sucedió automáticamente esta madrugada, al dar luz verde por amplia mayoría el Gobierno de Benjamín Netanyahu a la primera fase del plan de paz de Donald Trump. Las tropas ya han completado, de hecho, su repliegue parcial, desde donde aún controlarán la mitad de Gaza, de cara al siguiente reto: el canje, en los próximos días, de los últimos 48 rehenes a cambio de casi 2.000 presos palestinos. Y Netanyahu ha advertido en un mensaje desafiante que Hamás será desarmado “por las buenas o por las malas”.
Un portavoz del ejército ha anunciado a los gazatíes que “permitirá la circulación de sur a norte” a través de las dos rutas que atraviesan la Franja, Rashid y Salahedinne, en el interior, pero les ha advertido de que no se acerquen a las tropas, recordado que “seguirán presentes en diversas zonas de Gaza”. “Aproximarse a ellas pone en peligro su vida”, ha señalado.
En particular, ha definido como “extremadamente peligroso” acercarse a “las zonas de Beit Hanoun, Beit Lahiya, Sheyaia y cualquier zona con concentración de tropas”; al cruce de Rafah, a la frontera con Egipto; el conocido como Corredor de Filadelfia, y a parte de Jan Yunis. También ha prohibido que nadie, tampoco los pescadores, “entre al mar en los próximos días”.
Poco después del inicio del alto el fuego, Netanyahu se ha dirigido a la nación en un discurso pregrabado en el que se ha presentado como el capitán de un barco que ha superado todo tipo de “presiones internas y externas” guiado únicamente por la seguridad de Israel. Se ha arrogado el mérito de haber garantizado la liberación de los últimos 48 rehenes sin que las tropas deban retirarse completamente de Gaza y ha presentado el alto el fuego como fruto de una mezcla de “presión militar masiva” durante dos años y de “presión política masiva” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. “Prometimos y cumplimos”, se ha jactado.
Pero, sobre todo, ha dejado claro que si Hamás no se desarma “por las buenas”, como figura en la segunda fase del plan de Trump, Israel lo hará “por las malas”. El mensaje, dirigido en buena puerta a sus socios ultranacionalistas (que votaron en contra del acuerdo), abre la puerta a un escenario a la libanesa (con bombardeos casi diarios contra objetivos de Hezbolá, pese a la existencia de un alto el fuego desde el año pasado).
Israel ha publicado, además, la lista de los 250 presos palestinos que liberará más sensibles para la opinión pública: los que cumplen al menos una cadena perpetua por participar u organizar atentados contra israelíes. Obtuvo la luz verde del Ejecutivo, ya en la madrugada de este viernes y tras varias horas de reunión para discutir la primera fase del acuerdo de Trump.
Todos los ministros votaron a favor del texto, salvo los de Poder Judío y Sionismo Religioso (con una única excepción). Son los dos partidos ultranacionalistas religiosos que aspiran a anexionarse Gaza y reconstruir los asentamientos judíos.
El enviado especial de Trump para Oriente Próximo, Steve Witkoff, y su yerno y asesor, Jared Kushner, participaron en la reunión del Ejecutivo, en una muestra de la dependencia que Israel tiene de su gran aliado y del nivel de involucración de Trump en el acuerdo de Gaza, que recuerda a la fotografía, que difundió la Casa Blanca, del momento en el que el presidente de EE UU sujeta a Netanyahu el teléfono mientras lee un texto escrito de disculpa al primer ministro de Qatar, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani, por haber bombardeado su país.
El texto del acuerdo, desvelado por la radiotelevisión pública israelí, señala con claridad que el visto bueno del Ejecutivo implica “el fin inmediato de la guerra”. De hecho, Jalil al Hayya, el jefe del equipo negociador de Hamás al que Israel había intentado asesinar semanas antes en Qatar, aseguró el jueves por la tarde contar con “garantías de Estados Unidos y de los países mediadores [Qatar y Egipto] y de Turquía de que la guerra ha terminado completamente”.
La oficina de Netanyahu se limitó, en cambio, a dar cuenta de la aprobación del “marco para la liberación de todos los rehenes, tanto vivos como muertos”. En su discurso de este viernes tampoco ha hecho mención alguna al “fin de la guerra”.
Todo en apenas 36 horas de vértigo, en las que Trump anunció el acuerdo en torno a la primera fase de su plan; las partes y los mediadores lo firmaron sin cobertura mediática en Egipto, el ejército israelí detuvo los bombardeos y se replegó a toda velocidad (tenía más tiempo, hasta 24 horas) para facilitar el canje, que sigue sin tener fecha definida. Netanyahu también ha sido ambiguo en su intervención (“en los próximos días”). Trump la situó en torno al lunes (cuando él hablará ante el Parlamento israelí) o el martes.