Estados Unidos ha llevado a cabo otro ataque contra una supuesta narcolancha en el océano Pacífico este miércoles, según ha anunciado el secretario de Defensa, Pete Hegseth, a través de su cuenta en la red social X. Cuatro personas han sido asesinadas durante la operación. Se trata del último ataque del ejército estadounidense contra lanchas que, según sostiene —sin aportar pruebas— el Gobierno de Donald Trump, transportan droga para supuestas organizaciones criminales. Esos bombardeos, lanzados por la Administración sin orden judicial, han dejado ya, al menos, 61 muertos.
Estados Unidos inició estos ataques contra supuestas narcolanchas en aguas del Caribe, junto a las costas de Venezuela, con el objetivo de aumentar la presión sobre el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y forzar un cambio político en ese país. Después, la operación militar se ha extendido a aguas del Pacífico. El ataque de este miércoles se produce pocas horas después de que el ejército estadounidense hundiera otras cuatro lanchas en el océano, matando a 14 civiles.
Hegseth ha publicado el vídeo del ataque. En su mensaje en X ha asegurado, sin ofrecer pruebas, que el bote bombardeado pertenecía a una organización terrorista, que no ha identificado. El secretario de Defensa, que ha cambiado por directriz de Trump el nombre de su ministerio para denominarlo Departamento de Guerra, ha explicado que la operación se realizó en aguas internacionales del Pacífico. Ha confirmado que ningún militar estadounidense resultó herido.
Earlier today, at the direction of President Trump, the Department of War carried out a lethal kinetic strike on yet another narco-trafficking vessel operated by a Designated Terrorist Organization (DTO) in the Eastern Pacific.
This vessel, like all the others, was known by our… pic.twitter.com/mBOLA5RYQe
— Secretary of War Pete Hegseth (@SecWar) October 29, 2025
Con este último, el ejército de los Estados Unidos ha llevado a cabo un total de 15 ataques extrajudiciales contra supuestas narcolanchas desde principios de septiembre. En esos bombardeos han sido asesinados al menos 61 civiles, y dos personas han logrado salir con vida: un colombiano y un peruano, que fueron extraditados a sus respectivos países. En el ataque del miércoles hubo también, supuestamente, un superviviente, pero este aún no ha sido identificado.
“Este buque, al igual que los demás, era conocido por nuestros servicios de inteligencia por su participación en el contrabando de estupefacientes, transitaba por una ruta conocida de narcotráfico y transportaba estupefacientes”, ha asegurado Hegseth. “Cuatro narcoterroristas varones se encontraban a bordo del buque —y murieron— durante el ataque, que se llevó a cabo en aguas internacionales. Ningún miembro de las fuerzas estadounidenses resultó herido en este ataque”, ha subrayado, sin aportar pruebas ni evidencias de las acusacioines.
Al especificar que la lancha pertenece a una “organización terrorista designada”, Hegseth ofrece alguna pista sobre su supuesto origen. En la lista del Departamento de Estado, Washington incluyó en febrero a la banda venezolana Tren de Aragua y a seis carteles mexicanos: los de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, del Noroeste y del Golfo, así como a La Nueva Familia Michoacana y los Carteles Unidos.
Cuatro años antes, con el demócrata Joe Biden en la Casa Blanca, ingresaron en esa nómina los dos grandes paraguas de las múltiples disidencias de la extinta guerrilla colombiana de las FARC: el llamado Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia. Además, desde que se creó la lista, en 1997, está allí el Ejército de Liberación Nacional o ELN, una guerrilla nacida a mediados del siglo XX y que hoy tiene una presencia tan significativa en Venezuela —por sus buenas relaciones con el chavismo— que muchos analistas la consideran binacional. Hegseth ya había atribuido un ataque previo al ELN.
El alto cargo de la Administración de Trump concluyó que “el hemisferio occidental ya no es un refugio seguro para los narco-terroristas que buscan envenenar a los estadounidenses”. “El Departamento de Guerra seguirá cazándolos y eliminándolos dondequiera que operen”, afirmó.
La Casa Blanca ya no busca ocultar que, tras la apariencia de esta aparente guerra contra el narcotráfico, la Administración de Trump busca derrocar a Maduro. El republicano ha amenazado al presidente venezolano, lo ha acusado de liderar un narcoestado y ha autorizado a la CIA para que lleve operaciones encubiertas dentro de Venezuela.
Trump justificó la decisión alegando que “Venezuela ha vaciado sus cárceles en Estados Unidos”. “Tenemos muchas drogas que llegan de Venezuela. Muchas de ellas llegan por mar… también vamos a detenerlas por tierra”, avisó. El presidente estadounidense ya había apuntado desde hacía semanas que su estrategia de ataques contra las narcolanchas se aproximaba a una “segunda fase” que incluiría acciones en tierra. Ahora afirma que Venezuela “está sintiendo la presión”.
La retórica belicista empleada por Trump y su secretario de Defensa se ha reflejado en un despliegue militar sin precedentes. Una decena de buques de guerra, entre los que hay un submarino nuclear, y 10.000 tropas se han movido al área de influencia del Comando Sur. El viernes pasado, Trump ordenó el envío del mayor y más moderno portaaviones de su flota, el Gerald Ford, al Caribe. El buque de guerra, cuya tripulación cuenta con más de 5.000 marineros, llegará a la zona a principios de la próxima semana.
También está pendiente en el Senado de Washington una votación de una propuesta que, de salir adelante, obligaría a Trump, que ha repetido en los últimos días que Estados Unidos está listo para pasar a una ofensiva terrestre en Venezuela, a abandonar su campaña militar y a replegar su despliegue naval.
