
El plan de 28 puntos que han elaborado Washington y Moscú para terminar la guerra ha sido recibido en Ucrania como un jarro de agua fría. Un factor para el optimismo en Kiev es que, según dijo este jueves el presidente, Volodímir Zelenski, que el documento está en fase de negociación. El factor para el pesimismo es que el borrador confirmaría que Donald Trump no solo cede ante los intereses de su homólogo ruso, Vladímir Putin, sino que quiere sacar todavía más provecho económico de la posición de debilidad ucrania.
La filtración del acuerdo entre Washington y Moscú ha provocado una tormenta en Kiev. El documento fue avanzado en exclusiva por el medio estadounidense Axios. Ha sido elaborado entre Steve Witkoff, el enviado de Trump para Rusia y Oriente Próximo, y Kirilo Dmitriev, hombre de confianza de Putin. El texto, según la prensa estadounidense, habría sido parcialmente consensuado con Rustem Umerov, una de las personas clave del círculo de Zelenski, actual secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania.
Umerov ha negado este viernes que participara o que diera apoyo al documento. Sus declaraciones se han producido después de que los diarios The Wall Street Journal y The New York Post publicaran que Umerov fue quien propuso uno de los puntos más controvertidos: que ambas partes aceptarían una amnistía para cualquier crimen cometido durante la guerra. El ejército ruso ha matado en los casi cuatro años de conflicto a más de 14.500 civiles.
Ucrania se comprometería así a no buscar justicia por los crímenes de guerra. A cambio, recibiría 100.000 millones de dólares [86.800 millones de euros] de los fondos rusos congelados en el exterior para reconstruir el país. EE UU lideraría la gestión de estas inversiones, obteniendo las empresas estadounidenses implicadas el 50% de los beneficios, dice el documento.
Pese a la dura derrota que estas medidas supondrían para Ucrania, no serían líneas rojas. Lo que sí sería inaceptable para Kiev son tres de las cláusulas que incluye el texto: reconocer como territorio soberano ruso las provincias de Crimea, Donetsk y Lugansk (estas dos últimas forman la región de Donbás); retirarse militarmente del 25% de la región de Donetsk todavía bajo su control (esta zona pasaría a estar desmilitarizada, pero considerada de soberanía rusa), y limitar sus Fuerzas Armadas a una tropa de 600.000 soldados. El ejército ucranio cuenta ahora con cerca de un millón de efectivos, frente a los 200.000 que tenía antes del inicio de la invasión.
El presidente ucranio ha mantenido en las últimas horas un tono prudente en sus declaraciones sobre la propuesta estadounidense. “Debe ser un plan que garantice una paz real y digna”, ha afirmado este viernes Zelenski tras mantener una conversación telefónica con su homólogo francés, Emmanuele Macron, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro británico, Keir Starmer. El líder ucranio ha informado además de que están trabajando con el documento elaborado por Washington en coordinación con los países aliados.
Zelenski y su Gobierno ya habían reiterado a la Casa Blanca que las concesiones son inadmisibles. La última vez fue el pasado octubre en la conferencia que mantuvieron Trump y Zelenski con sus equipos en Washington. Trascendió en los medios el encontronazo que tuvieron el líder ucranio y Witkoff cuando este le recordó que la Constitución rusa incorporó en 2022 como parte de la Federación Rusa las provincias de Donbás, Zaporiyia y Jersón. “Le pregunté a Witkoff si, en caso de que Putin introduzca alguna otra enmienda a la Constitución de la Federación Rusa tras el fin de la guerra, ¿tendremos que volver a ceder territorio?”, explicó Zelenski en una comparecencia posterior con periodistas. “Y si yo, por ejemplo, incorporo dos regiones de la Federación Rusa a la Constitución de Ucrania, ¿nos cederán estos territorios? Esto no funciona así”, apuntó Zelenski.
El plan de 28 puntos no solo reconoce el derecho de conquista ruso, también aporta una cláusula en la que se advierte de que si Ucrania trata de ocupar territorio ruso, perderá el apoyo estadounidense. Si Rusia vuelve a lanzar una invasión, “además de [EE UU] lanzar una respuesta militar coordinada y decisiva, se restablecerán todas las sanciones globales, se revocará el reconocimiento del nuevo territorio y todos los demás beneficios de este acuerdo”.
El documento, según lo publicado por Axios y otros medios, también especifica que Ucrania será castigada si dispara misiles “contra Moscú o San Petersburgo”. Lo contrario, que Rusia sea penalizada en caso de disparar misiles contra ciudades ucranias, no se incluye en el texto.
Pese a la implicación reconocida por Dmitriev en el redactado, Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, ha indicado este viernes que el documento es una iniciativa estadounidense y que Putin no tiene todavía sobre la mesa “ningún documento oficial”.
Líneas rojas
“Las líneas rojas ucranias son claras y no las cruzaremos”, afirmó el 20 de noviembre Christina Gayovishin, segunda representante permanente de Ucrania en las Naciones Unidas. La diplomática señaló especialmente que es imposible que Ucrania renuncie a la soberanía de su propio territorio. “Los territorios ocupados temporalmente por Rusia no están a la venta”, advirtió en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU dedicada al bombardeo ruso del 19 de noviembre, que causó 31 muertos en la ciudad de Ternópil. Las operaciones de búsqueda de más víctimas continúan en marcha.
Gayovishin también indicó que su Gobierno nunca firmará acuerdo alguno en el que se le impongan restricciones para el desarrollo de su ejército. La diplomática no solo se refería así al límite de soldados con los que puede contar Ucrania, también a un punto del texto en el que se reclama que su Constitución introduzca un capítulo en el que Ucrania renuncia expresamente a ser en el futuro miembro de la OTAN.
Renunciar a la soberanía de parte del territorio de Ucrania también implicaría una reforma constitucional que desde el Gobierno y la oposición ven casi imposible que pueda conseguir la mayoría requerida de dos tercios del Parlamento. No solo esto, esta reforma también debería recibir la aprobación del Tribunal Supremo.
La posición ucrania es la misma que la de sus aliados europeos: antes que negociar los términos de la paz es necesario aplicar un alto el fuego sin condiciones. A esto último se niega el Kremlin, alegando que una tregua solo dará más tiempo a Ucrania para rearmarse y que el cese temporal de las hostilidades no permite a Rusia cumplir sus objetivos.
El alto el fuego era precisamente una de las exigencias imprescindibles de Ucrania, pero el documento elaborado entre Witkoff y Dimitriev deja bien claro que será lo contrario: “Una vez que todas las partes se pongan de acuerdo con este memorando, el alto el fuego empezará de inmediato y ambas partes se retirarán a las líneas [del frente] acordadas”. Este repliegue consistiría en la salida de los soldados ucranios de Donbás y en mantener congelada la división territorial que existe en las provincias de Zaporiyia y Jersón.
Las tropas rusas han iniciado precisamente este otoño en Zaporiyia una nueva ofensiva que les está permitiendo avanzar a un ritmo inusualmente alto. “Los avances militares rusos deben dejar claro a Zelenski que es mejor llegar a un acuerdo ahora que más tarde”, ha avisado Peskov, “sus opciones de tomar decisiones de forma independiente se reducen al ritmo que avanzan las fuerzas rusas”.
