
El grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) informó este domingo de que está “retirando” a todos sus combatientes de territorio turco como forma de contribuir al proceso de paz que negocia con el Gobierno de Ankara y que, el pasado mayo, desembocó en el anuncio de la disolución de esta organización considera terrorista por Turquía, la UE y Estados Unidos y cuya guerra con las fuerzas de seguridad turcas ha provocado un conflicto que se ha cobrado más de 40.000 vidas desde 1984.
Este anuncio fue hecho por tres dirigentes de la guerrilla kurda en un punto del norte de Irak después de que un grupo de 25 militantes del grupo -hombres y mujeres- cruzasen la montañosa frontera en dirección sur. El repliegue de las fuerzas del PKK hacia el norte de Irak, se lleva a cabo para evitar “el riesgo de choques y provocaciones”, según el comunicado de la organización armada, que también afirma haber tomado medidas para que no se produzcan combates en esta zona fronteriza, donde tiene sus principales bases. El anuncio llega después de que personas del entorno del Gobierno turco advirtiesen esta semana de la posibilidad de “provocaciones” destinadas a descarrilar el proceso de paz.
Ömer Çelik, portavoz del AKP, el partido que gobierna Turquía desde 2002, valoró el nuevo paso dado por el grupo armado como “un resultado positivo” del proceso hacia el objetivo de “una Turquía libre de terrorismo”. Pero también advirtió de la necesidad de vigilar el desarme del PKK, que se inició el pasado julio con la quema simbólica de un arsenal. “Se deben extremar la precaución para proteger el proceso de todo tipo de provocaciones. Somos conscientes de los intentos de sabotaje (…) de quienes promueven políticas del caos en nuestra región”, afirmó Çelik en una velada referencia a Israel, país que ha lanzado varios mensajes proponiendo establecer una alianza con las milicias kurdas de Siria, hermanadas con el PKK.
El fundador y líder ideológico del PKK, Abdullah Öcalan, encarcelado a perpetuidad en la isla-prisión turca de Imrali, anunció el fin de la lucha armada el pasado febrero y solicitó a las estructuras dependientes del PKK que se disolviesen, lo que la dirección del grupo aprobó en mayo.
Según el Gobierno de Turquía, esto compete igualmente a las milicias kurdo-sirias que controlan un tercio del país. En paralelo al proceso de paz en Turquía, el nuevo Gobierno de Damasco, liderado por el salafista Ahmed al Shara (que cuenta con el apoyo de Ankara), está negociando la reintegración de las zonas bajo control kurdo. En Siria, el proceso no ha avanzado todo lo necesario, y periódicamente se han producido combates entre las fuerzas del Gobierno y las milicias kurdas, si bien este mes, el comandante kurdo Mazlum Abdi anunció que se ha llegado a un principio de acuerdo para la integración de los combatientes kurdos en el ejército sirio.
Excarcelaciones
Tras una década de operaciones militares en las que las fuerzas de seguridad de Turquía han ganado la partida militarmente, apenas quedan militantes del grupo armado kurdo dentro de territorio turco. Pese a esto, el analista Mete Çubukçu consideró en la televisión NTV que el nuevo anuncio del PKK es una medida “importante”, pues es un “paso más” en el proceso de pacificación, que además impedirá el uso de posibles arsenales secretos que hayan podido quedar en territorio turco.
En su declaración de este domingo, el PKK se dijo “comprometido” con las negociaciones, pero pidió al Gobierno turco que también dé pasos; específicamente, que apruebe una ley de transición que permita la reintegración de sus militantes en la vida política turca. Algunos nacionalistas kurdos se quejan de que el Gobierno turco no ha avanzado como debería en exigencias como la extensión del uso de la lengua kurda o medidas democratizadoras. Las posibles concesiones que haga el Ejecutivo son vigiladas con lupa por los partidos nacionalistas turcos para explotar el rechazo que despiertan entre parte de la sociedad de Turquía.
Con todo, sí se han dado pasos, aunque casi en secreto. En torno a 800 presos han sido liberados en los últimos meses, incluidos antiguos militantes del PKK, según explicaron a este diario fuentes con conocimiento de estas excarcelaciones. Se trata, en su mayoría, de cargos políticos y militantes de bajo rango o presos enfermos. En cambio, el Gobierno se ha negado a liberar a Selahattin Demirtas, antiguo líder del principal partido kurdo de Turquía y en prisión desde 2016. De hecho, el pasado 7 de octubre, el Ministerio de Justicia turco maniobró a última hora para evitar tener que cumplir una nueva sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que exige su puesta en libertad.
