La sesión de este jueves en la Asamblea Nacional francesa ha pasado de ser uno de los momentos más graves de la legislatura a un trámite con cierto suspense. La jornada estaba marcada en rojo: se vería si el recién formado Gobierno sobrevivía al superar dos mociones de censura, las presentadas por la formación izquierdista La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon y por el ultra Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. Pasadas tres horas, largos debates y dos votaciones, el primer ministro, Sébastien Lecornu, obtiene su primera victoria después de varias severas derrotas. Él y su gobierno sobreviven, aunque no está claro por cuánto tiempo.
La clave fue la concesión Lecornu a suspender la aplicación de la reforma de la ley de pensiones, tal y como pedían los socialistas para no votar a favor de alguna de las dos mociones. La votación fue reñida. Algunos de los diputados del Partido Socialista y de Los Republicanos, cuya posición oficial era no votar la moción de censura, tenían dudas. Y, finalmente, siete socialistas y un representante de la derecha gaullista abandonaron la disciplina de partido. A la primera votación, sin embargo, la de LFI, le faltaron 18 votos para salir adelante (votaron a favor 271 sobre un total de 577 parlamentarios). La segunda moción, la del RN, se quedó mucho más lejos y recibió el apoyo de 144 diputados.
La mañana fue tensa, agresiva y algo caótica. Pero Lecornu aguantó, hizo valer el escaso margen de una veintena de diputados del que disponía gracias a los socialistas, y superó el trámite: “Es, evidentemente, el momento de la verdad”, lanzó el primer ministro desde la tribuna antes del escrutinio. Había tenido dos semanas extremadamente duras: dos nombrameintos, una dimisión, y dos mociones de censura. Pero su ejecutivo gana tiempo. Al menos, unas semanas para discutir el presupuesto.
Lecornu defendió su posición y la del Ejecutivo. También el apoyo socialista. “¿Queremos el orden republicano, con debates que tienen lugar en la Asamblea Nacional, o queremos el desorden?”, preguntó. “O bien entramos en los debates o bien entramos de una vez por todas en la crisis política. Y eso deben asumirlo ustedes. La historia, en todo caso, juzgará muy severamente estas maniobras políticas en las que se habrá confundido, en el fondo, la tribuna de la Asamblea Nacional con una tribuna publicitaria”, interpeló el primer ministro a los diputados del partido izquierdista La Francia Insumisa y del ultraderechista Reagrupamiento Nacional, las dos formaciones que había presentado sendas mociones.
Lo interesante, como en los últimos días, era escuchar la posición de los socialistas respecto a su importante decisión. “Nuestra no censura de hoy no constituye en absoluto un pacto”, advirtió el diputado socialista Laurent Baumel. “No nos comprometemos a nada, y sobre todo no a votar un presupuesto recesivo”, añadió. “Con el anuncio de la suspensión, han hecho una concesión real, que representa un avance real”, reconoció el diputado dirigiéndose a Lecornu.
La ultraderechista Marine Le Pen, firmante de una de las dos mociones, advirtió a los franceses de “un año negro” si el Gobierno Lecornu sigue en pie. “Votaremos sin dudar la censura de su Gobierno, porque su presupuesto no es un presupuesto”, declaró. El proyecto de presupuesto “es un verdadero museo de todos los horrores acumulados durante años en los cajones de Bercy [sede del Ministerio de Economía]. Esperamos la disolución con una impaciencia creciente”, subrayó Le Pen.