China le ha dado un nuevo giro de tuerca al control de exportaciones de las tierras raras y sus tecnologías vinculadas, uno de los grandes puntos de fricción con Estados Unidos en la guerra comercial desatada tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Pekín ha presentado este jueves medidas reforzadas para restringir el comercio tanto de tierras raras como de las herramientas destinadas a la extracción y procesamiento de estos recursos críticos sobre los que China cuenta con un dominio casi monopolístico en la cadena de suministro global.
Una de las normas aprobadas va específicamente dirigida a las empresas extranjeras. Estas necesitarán a partir de ahora la aprobación de Pekín para exportar imanes de tierras raras y otros materiales derivados que contengan trazas mínimas de estos elementos de origen chino, incluso si los productos han sido producidos en el extranjero.
La nueva normativa, difundida por el ministerio de Comercio, crea por primera vez una fórmula similar a la que emplea Washington para bloquear las exportaciones relacionadas con semiconductores a China desde terceros países, y ha sido diseñada para dotar a Pekín de mayor control sobre unos elementos críticos en la fabricación de productos tecnológicos y de defensa, desde chips hasta cazas de combate.
La decisión, según el anuncio del ministerio, ha sido tomada por el Gobierno chino “para salvaguardar la seguridad y los intereses nacionales” y será de aplicación para los artículos de “doble uso”, civil y militar, en línea con medidas previas con las que ya había ido endureciendo el comercio de recursos críticos en los últimos tiempos, especialmente a raíz de la guerra comercial.
A las puertas de la cumbre Xi-Trump
La medida llega en un momento delicado, a la espera de una reunión a finales de mes entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, prevista para rebajar la tensión entre la primera y la segunda economía del planeta.
Además, en la misma línea, Pekín ha aprobado también este martes una nueva norma dirigida al control de la exportación de tecnologías chinas relacionadas con la minería, fundición, separación y la fabricación de imanes de tierras raras y también con las vinculadas a sus líneas de producción y procesamiento en las fábricas.
Los exportadores de este tipo de tecnologías y herramientas deberán obtener también una licencia. La medida será de aplicación, además de para operadores nacionales, para “ciudadanos, personas jurídicas y organizaciones no constituidas en sociedad chinas, así como todas las personas físicas, personas jurídicas y organizaciones no constituidas en sociedad dentro del territorio de China”, detalla la nota del ministerio.
Las nuevas medidas golpean un sector determinante en la geopolítica del siglo XXI, en el que China se ha convertido en líder absoluto. Tiene los recursos, las herramientas y el conocimiento para su explotación. La República Popular fue responsable en 2024 de un 69% del minado mundial de los 17 elementos químicos clasificados como tierras raras, según el Servicio Geológico de Estados Unidos; cuenta con el 40% de las reservas mundiales probadas y controla, de media, el 80% de los distintos eslabones de la cadena de valor global, según China Mining Magazine.
Es previsible que la medida irrite a Trump, cuya obsesión por recuperar el control sobre la extracción y procesado de tierras raras ha estado presente en buena parte de su política exterior, de Groenlandia a Ucrania, que cuentan con reservas de estos elementos.
Los analistas ven el movimiento una estrategia negociadora de Pekín de cara a la esperada reunión entre Trump y Xien Corea del Sur. El encuentro fue confirmado por el magnate republicano después de la conversación telefónica de ambos a mediados de septiembre. Tras ella, aseguró también que habían alcanzado un acuerdo para que la popular aplicación china de vídeos TikTok, sobre la que pendía una prohibición del Congreso, pueda seguir operando en Estados Unidos.
Las tierras raras han sido una de las armas más contundentes de Pekín frente a los golpes arancelarios de Trump. Las autoridades comunistas son conscientes de su poder de negociación. Después de los cañonazos de Washington, Pekín replicó en abril con restricciones a la exportación de siete de estos elementos y sus productos derivados, un golpe que ayudó a forzar una tregua, que sigue en pie. China se ha comprometido durante las rondas de negociaciones comerciales con Estados Unidos que se han sucedido desde mayo a facilitar licencias de exportación de estos elementos.