
La Unión Europea vuelve a darse tiempo con Mercosur. Ante el riesgo de que la negativa de Francia y los recelos de Italia dinamiten para siempre el acuerdo con Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, negociado durante un cuarto de siglo, el Ejecutivo comunitario ha propuesto a los países americanos retrasar la firma, prevista para este fin de semana, a principios de enero. Sin París y sin Roma, que ha expresado sus dudas de último minuto esta semana, no salen las cuentas. La cúpula de las instituciones comunitarias parece haber dado por perdido al francés Emmanuel Macron, pero cree que, con un poco de trabajo y alguna contraprestación, podría subir a bordo a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.
Ya se han puesto muchos mimbres en el camino. El miércoles por la noche, los negociadores del Consejo de la UE y el Parlamento Europeo aprobaron nuevas salvaguardas para los agricultores y para los productos europeos. Una red de seguridad diseñada por la Comisión Europea que incluye un mecanismo para suspender las ventajas arancelarias de los productos de los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) que llegan a Europa en el caso de que se detecten “graves distorsiones” para ciertos sectores europeos considerados especialmente sensibles, como el vacuno, el avícola o el azucarero. Esas nuevas garantías se suman a una larga lista de salvaguardas medioambientales, de derechos humanos y climáticas.
“Superar nuestras dependencias se hace diversificando los acuerdos comerciales”, ha advertido este jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a su llegada a la cumbre en Bruselas. “Mercosur desempeña un papel central en nuestros acuerdos comerciales. Es de una importancia enorme que tengamos la luz verde”, ha reclamado. Y si no se puede hacer este fin de semana, se intentará en enero.
