
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha expresado este jueves su apoyo “al curso” seguido por el Gobierno del venezolano Nicolás Maduro “para defender sus intereses y la soberanía nacionales frente a su creciente presión externa”. Sin embargo, más allá de esta solidaridad, el líder ruso no ha hecho público ningún compromiso de tipo militar, según se extrae del escueto comunicado publicado por el Kremlin. Los dos dirigentes han intercambiado “opiniones sobre el desarrollo de las relaciones de amistad ruso-venezolanas” tras la reciente entrada en vigor de su Tratado de asociación y cooperación estratégica.
Se trata de la primera llamada telefónica entre ambos mandatarios desde que la Casa Blanca comenzara sus ataques contra las embarcaciones del país latinoamericano. Los dos líderes han coincidido, según Moscú, en la necesidad de implementar “proyectos conjuntos en las áreas comercial, energética, financiera, cultural y humanitaria, entre otras”. Eso sí, ni una sola mención a la esfera militar cuando sobre el Gobierno venezolano planea la amenaza del poderoso ejército estadounidense.
El tratado de asociación estratégica de ambos países entró en vigor en noviembre, poco antes de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emprendiera la llamada Operación Lanza del Sur.
Se trata del mismo tipo de acuerdo que firmaron Putin y el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, en enero de este año. Seis meses después, Estados Unidos e Israel bombardearon Teherán ante la inacción rusa.
Las autoridades rusas han afirmado que el tratado logrado entre Moscú y Caracas también impulsa la cooperación “en el ámbito técnico-militar”. Moscú también ha asegurado que Rusia actuará plenamente en el marco de las obligaciones mutuas fijadas con los “amigos venezolanos”.
Una fuente próxima al Ministerio de Defensa no cree que el Kremlin pueda apoyar militarmente a Caracas. “No hay dinero”, sentencia.
El primer vicepresidente del Comité de Defensa de la Duma Estatal rusa, Alexéi Zhuravlev, afirmó a principios de noviembre que Rusia había suministrado nuevas armas a Venezuela. Según los medios rusos, se trataría de sistemas antiaéreos Pantsir-S1 y Buk-M2E, los mismos que Moscú utiliza con resultados no excesivamente buenos contra los drones ucranios.
No obstante, de las declaraciones a la realidad podría haber un mundo. Zhuravlev también mencionó la posibilidad de suministrar a Venezuela el misil balístico Oreshnik, una poderosa arma cuya producción aún no cumple ni los requerimientos de Rusia.
La situación preocupa al Kremlin, que ha pedido a Washington que no desestabilice la situación en la región caribeña al mismo tiempo que le reclama tener vía libre para invadir Ucrania.
La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, ha hecho esta semana un paralelismo entre la administración Trump y el vigesimosexto presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt. La diplomática ha recordado el llamado Corolario de Roosevelt a la Doctrina Monroe, “que proclamó el derecho de Washington a intervenir en América Latina con el pretexto de estabilizar la situación económica interna de un país de la región”.
En vez de armas, Moscú solo ofrece esperanza a su aliado latinoamericano. “Esperamos que la Casa Blanca evite un conflicto a gran escala que amenaza con tener consecuencias impredecibles en todo el hemisferio occidental”, concluyó Zajárova.
Por su parte, las dos cámaras del Parlamento ruso han instado a la comunidad internacional a condenar de manera conjunta lo que califican de “acciones agresivas” de Estados Unidos hacia Venezuela.
El mes pasado, Trump designó a Maduro como “terrorista” y le acusa de liderar el grupo de narcotráfico del Cartel de Soles, cuya existencia aún no ha sido confirmada.
El despliegue militar de EE UU en la región del Caribe, que ya suma más de 80 muertos, ha provocado además el cierre casi total del espacio aéreo venezolano.
