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RADIO AZTECA DIHITALL > Blog > Noticias > Hamás, ante el dilema de desarmarse como fija el plan de paz | Internacional
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Hamás, ante el dilema de desarmarse como fija el plan de paz | Internacional

Última actualización: octubre 26, 2025 10:15 am
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SupervivenciaFractura interna

Hamás afronta estos días una de sus principales encrucijadas en cuatro décadas de vida. Al nacer en 1987, al inicio de la Primera Intifada palestina, renunció inicialmente al poder político y, más tarde, por estrategia, a los atentados suicidas de la Segunda Intifada. Acabó presentándose a las elecciones en 2006, ganándolas y tomando por la fuerza el control de Gaza. Durante casi dos décadas y cuatro ofensivas israelíes, buscó sin éxito el favor de Occidente, hasta que, en 2023, su liderazgo en la Franja sorprendió al mundo con su sangriento ataque contra Israel, que dio pie a la invasión de Gaza. El alto el fuego, que rige desde hace dos semanas, le enfrenta ahora a un dilema existencial: ¿Renuncia a las armas, como se ha comprometido, mientras el Gobierno de Benjamín Netanyahu se las da y protege a clanes familiares de la Franja con un pasado delictivo? ¿Lo hace sin horizonte alguno de creación de un Estado palestino? ¿Acepta un organismo internacional supervisor presidido por Donald Trump, una de sus históricas líneas rojas?

El dilema del partido-milicia islamista es, en resumen, si cumple, o no, las cláusulas más delicadas de plan del presidente de Estados Unidos, que firmó presionado, pragmático y ansioso de detener los bombardeos. Pero, si algo ha demostrado desde entonces, es que dos años de devastadora invasión israelí lo han dejado demasiado debilitado, regionalmente aislado y desarmado para dañar a Israel, pero con suficiente músculo en el terreno para ajustar cuentas con mano de hierro, recuperar popularidad perdida y desgastar a las tropas ocupantes con tácticas de guerrilla.

Es la resaca de la borrachera de entusiasmo que trajo la primera fase, con el canje de los últimos 20 rehenes vivos y el inicio de la entrega de los 28 muertos, de los que aún quedan 13. Las prisas por firmar el acuerdo —antes de que la Academia de Noruega entregase el Nobel de la Paz, con Trump como candidato— dejaron la segunda fase solo cerrada en el papel. Consiste en formar un Gobierno tecnocrático de palestinos y expertos, y desplegar una fuerza multinacional.

Entierro del cadáver de un miembro del brazo armado de Hamás, hallado entre los escombros, el pasado viernes en Gaza capital.DPA vía Europa Press (DPA vía Europa Press)

De momento, el resultado del primer repliegue del ejército israelí al 58% de Gaza es una suerte de vacío transitorio de poder en el 42% restante, donde vive casi toda la población y aún quedan edificios en pie. Y Hamás lo ha aprovechado para salir de los túneles e imponer su ley, ejecutando incluso a quienes acusa de colaborar con Israel y saquear ayuda humanitaria.

“Básicamente, Hamás está luchando ahora mismo por seguir siendo relevante. Y, salvo que se complete el plan de Trump, seguirán ahí sine die”, asegura por teléfono Yossi Mekelberg, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Regent de Londres y analista asociado del programa de Oriente Próximo y el norte de África del conocido think-tank británico Chatham House.

Mekelberg no está sorprendido por la capacidad de Hamás de retomar el control, incluido de uniforme, una vez reducidos los bombardeos israelíes, que continúan de manera puntual y han matado a más de 100 palestinos en dos semanas de alto el fuego. Recuerda el caso de los talibanes, en Afganistán, o de Hezbolá, en Líbano, para ilustrar cómo los intentos de “erradicar por completo” este tipo de organizaciones siempre fracasan. “Hay muchísimos ejemplos históricos… En un determinado momento, es necesario obtener un éxito militar suficiente para traducirlo en un acuerdo político que te beneficie. Pero Netanyahu no es lo suficientemente astuto, ni capaz, y está en manos de la ultraderecha”, señala.

Supervivencia

La primera fase del acuerdo, recuerda el experto, era la más fácil. Consistía en pactar y efectuar un canje con términos claros. “Ahora”, resalta, “llegan las cosas que determinarán la futura relación entre Israel y Gaza y […] en cierto modo, entre israelíes y palestinos. También la supervivencia de dos partes: el Gobierno de Netanyahu y Hamás. Por eso es tan complicado”.

Como a menudo, una cosa es el acuerdo firmado y otra, la realidad, que está dejando más preguntas que respuestas. Algunas con “depende” como réplica, como la que Mohammed Nazzal, uno de los líderes de Hamás en el exilio, dio a un entrevistador de la agencia Reuters cuando le insistió en responder “sí o no” a si Hamás renunciará a las armas.

Milicianos de Hamás, durante la entrega de rehenes israelíes a la Cruz Roja, el pasado febrero en Rafah, en el sur de Gaza.Ramadan Abed (REUTERS)

“Con sinceridad, depende de la naturaleza del proyecto”, respondió. “El proyecto de desarme del que hablas, ¿qué significa? ¿A quién se entregarán las armas?”, declaró en Qatar, donde reside el liderazgo político que Israel trató de asesinar. Nazzal propuso una tregua de hasta cinco años con Israel, sin ceder las armas, “con el objetivo no de preparar una guerra”, sino de reconstruir Gaza.

Otro de sus dirigentes, Basem Naim, se ha expresado en un sentido similar: “Estamos preparados para dejar de gobernar y quedar completamente fuera de cualquier organismo gubernamental, [pero] no nos vamos a desarmar mientras no estemos seguros de que va a llevar a un Estado soberano palestino capaz de defenderse”. Nazzal lo llamaba un “horizonte” para que los palestinos no tengan que elegir entre la muerte y la rendición. Y Naim insistía en que “nadie” puede negarles “el derecho a resistir a la ocupación por todos los medios” hasta que sepan a ciencia cierta que sus armas acabarán en el arsenal de un eventual ejército nacional del Estado palestino. Netanyahu se opone a su creación y, en diálogos previos, siempre se ha concebido como desmilitarizado.

El plan de Trump sí habla de desarme de Hamás, y apenas de Estado palestino. El mes pasado, en su reunión en la Casa Blanca antes de salir juntos a presentarlo, Netanyahu retocó en el último momento el borrador final que habían diseñado los mediadores. Endureció el desarme y reformuló el apartado de la autodeterminación, dejándolo en un reconocimiento retórico de su aspiración. No hay día, además, en que los representantes de ambos países no amenacen al movimiento islamista con un desarme por las malas si no aceptan por las buenas.

Fractura interna

Muhammad Shehada, experto político de Gaza y analista visitante del centro de análisis paneuropeo Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, recuerda que Hamás distingue entre armas ofensivas y defensivas, y que aceptaría un proceso similar al de Irlanda del Norte con los Acuerdos de Viernes Santo de 1998. Considera que el movimiento islamista está ahora mismo en “modo experimental”, con una fractura interna entre “moderados, duros y pragmáticos” en la que vienen imperando los últimos. Por ejemplo, al apostar por entregar a los últimos 20 rehenes israelíes vivos, en vez de romper la baraja en protesta por las estratagemas de último minuto de Netanyahu con el listado de presos excarcelables a cambio.

Shehada lo considera el “reflejo de una especie de flexibilidad y pragmatismo” que -advierte- “no debe tomarse como una transformación ideológica o una rendición, por estar más débil o desesperado”. Es más bien un enfoque “exploratorio”, con concesiones que gustan a Occidente (deshacerse de su armamento ofensivo o ceder el poder el Gaza a un comité administrativo) con la confianza de que obligue luego a Israel a cumplir su parte del acuerdo: nuevos repliegues, entrada sin trabas de la ayuda humanitaria, inicio de la reconstrucción… “Si no sucede, los moderados y pragmáticos perderán terreno y credibilidad, y el movimiento retomará sus posiciones más duras. Así que es una fase muy delicada, en la que las cosas son volátiles”, resume.

Una multitud se congrega para la entrega de rehenes israelíes en Jan Yunis, en el sur de Gaza, el pasado enero.HAITHAM IMAD (EFE)

Mientras Hamás controla las calles, el desarme se fía a dos estructuras por nacer: el nuevo Gobierno y la fuerza multinacional, que sigue sin compromisos de tropas ni estructura de mando. Egipto o Emiratos Árabes Unidos se han mostrado dispuestos a participar, pero la oficina de Netanyahu dejó claro esta semana que no permitirá que soldados turcos pisen suelo gazatí. El presidente de EE UU embarcó a Ankara en el último momento como mediador del alto el fuego, en parte por su buena relación con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.

Trump ha despachado esta semana, uno detrás de otro, a todos sus hombres fuertes para avanzar en la segunda fase, tras la escalada del pasado domingo: dos milicianos de Hamás (aparentemente, por su cuenta) mataron a dos soldados israelíes en una emboscada en la mitad que ocupan las tropas. Permanecían escondidos en un túnel, presuntamente incomunicados y agotando sus raciones. El ejército de Israel reaccionó lanzando en Gaza 123 toneladas de explosivos que mataron a 32 palestinos.

Un grupo de hombres observa los escombros tras un ataque del ejército de Israel en el campamento de refugiados de Al Bureij, en el centro de Gaza, el pasado día 18.Str (EFE)

Es un episodio cuya repetición ve factible Mekelberg mientras no haya fuerza multinacional que reemplace la ocupante israelí. Shehada distingue, de hecho, entre “la capacidad y voluntad de amenazar a Israel” (que Hamás, estima, ha perdido) y la de “mantener una insurgencia durante mucho tiempo”.

Las Fuerzas Armadas de Israel deberían iniciar un segundo repliegue, pero marcan físicamente con mojones de hormigón los límites de la línea del primero. A un lado, manda Hamás; al otro, el ejército israelí, que abre fuego contra quien se acerque. Los únicos palestinos que viven allí son, prácticamente, los clanes que protege y financia.

Son Gaza occidental y Gaza oriental, como los llamó provocadoramente Walid Phares, un asesor político libanés-estadounidense, en el artículo de opinión que publicó el miércoles en el medio en árabe Independent Arabia y en el que plantea un escenario creíble. “Si Washington no resuelve la situación y desarma a Hamás, ya sea solo o con sus aliados, la fase de transición en la Franja llevará al surgimiento de dos Gazas (el este, bajo control israelí; y el oeste, de Hamás) hasta que la Administración Trump tome una decisión”.

Conservador, maronita y gran crítico del movimiento islamista, Phares asesoró a Trump en su primer mandato y cree que Israel puede focalizarse en este contexto en armar a los clanes familiares en su zona, con miembros escapados de prisión por delincuencia. Es justo donde el presidente de EE UU, J. D. Vance, señaló esta semana que empezará la reconstrucción de Gaza, pese a estar prácticamente desierta. “Si un ejército árabe no entra en con una Autoridad [Nacional] Palestina moderada y aceptable, habrá dos milicias árabes y dos autoridades palestinas en Gaza, y quizás relaciones políticas recíprocas entre ambas”, agregaba Phares. La duración de este statu quo, agregaba, dependerá del resultado de la “lucha de poder en Washington” entre los distintos lobbies.

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